Lírica culta y lírica popular en el siglo XV. Los cancioneros. Jorge Manrique. El Romancero.






0.      Introducción
El siglo XV supone la descomposición del mundo medieval, la sociedad estamental evoluciona gradualmente hacia nuevos modos y maneras de pensar. La sociedad deja de ser estática y empiezan a generarse los primeros indicios del espíritu renovador y burgués que derivara  hacia el Renacimiento. Hay que destacar el profundo cambio que supuso la invención de la imprenta de Gutenberg hacia mediados de siglo, que despojo a los monasterios del poder que hasta entonces habían tenido como transmisores del saber y la cultura con los primeros incunables.
El siglo XV en España es especialmente convulso: a comienzos de siglo está dividido en dos grandes reinos: el reino de Castilla y el reino de Aragón, que terminaran uniéndose gracias al matrimonio de Isabel y Fernando, los Reyes Católicos. Es durante el siglo XV, cuando se da por finalizada la Reconquista y se expulsa de la península a musulmanes y judíos;  se obliga a convertirse a la fe cristiana a los moriscos; y ya en 1492,  Isabel La Católica patrocina el viaje de Cristóbal Colón, que  llevara al descubrimiento de un nuevo continente, América.




En literatura hacen su aparición los cancioneros, que  son obras de poetas cortesanos para consumo de lectores alejados del mundo de los monasterios y la religión que han dominado hasta ahora la poesía culta. La iglesia pierde, por tanto, peso en la cultura y surge un nuevo tipo de lector noble interesado en una literatura sin el propósito doctrinal del mester de clerecía. La corte se convierte en lugar de debates poéticos, y el conocimiento, la cultura y el arte pasan a formar parte imprescindible de la educación de la clase aristocrática. El siglo XV es una etapa de profundos cambios y de inestabilidad.



Todavía en el siglo XV la mayoría de la población era de origen campesino, es decir aun no tenían acceso a los libros. Sin embargo, disfrutaban de la lirica tradicional popular de forma oral gracias a cancioncillas, jarchas, villancicos, cantigas…como habían venido haciendo desde antaño.
A mitad de camino entre la lírica popular y la poesía narrativa de los juglares nace el Romancero, una de las formas más genuinas de la literatura española. Se trata de una serie de recopilaciones realizada por autores cortesanos de poemas épico-líricos que pertenecen a la literatura popular.
 La Edad Media está finalizando.

1.      La poesía lírica tradicional
Como ya hemos mencionado en la introducción, en la Edad Media se pueden diferenciar dos tipos de poesía: la popular o tradicional y la culta o cortesana. La poesía de tipo popular se transmite de forma oral y cuenta con una variante lírica y otra narrativa: la poesía épica. La poesía culta que también presenta variantes lírica y narrativa es creada por autores conocidos como Gonzalo de Berceo, en siglo XIII,  o Jorge Manrique, ya en el XV.
La poesía lírica tradicional está integrada por composiciones anónimas que una comunidad ha acogido como patrimonio común y ha ido transmitiendo y recreando oralmente durante siglos. Las composiciones de la lírica tradicional reciben el nombre de cancioncillas. Surgen y se desarrollan entre el pueblo y se transmiten mediante el canto, el baile o la recitación colectiva, y sólo al cabo de los siglos se recogen por escrito en los denominados cancioneros, gracias a los cuales han llegado a nosotros.
La poesía lírica nació para ser cantada, pero esto es mucho más cierto si lo aplicamos a la lírica tradicional de la Edad Media. Es el tipo de composiciones de que se echaba mano para celebrar los bailes de la aldea, los recibimientos triunfales después de una campaña guerrera, las fiestas, los trabajos del campo o la casa, las nanas o los juegos de los niños. Y, al transmitirse en una sociedad no alfabetizada, eso solo podía pasar de unos a otros por vía oral. Ahí radica el principal problema de la lírica tradicional. Sabemos que existía desde hace miles de años, pero al no haberse conservado por escrito no tenemos testimonio de ella. Realmente, nadie que supiera escribir (esto es, en principio, una persona culta y de un círculo social elevado) se iba a molestar en recoger algo tan innoble y tan plebeyo como los cantares de los labradores y villanos. Ni tan siquiera se contemplaban dentro de la literatura (esto es, de la cultura escrita) de la época, por lo que se podía prescindir completamente de ellos. Por eso, los testimonios que conservamos son, en la mayoría de los casos, indirectos. Entre ellos,  destacan las pocas poesías cultas que admitían algunas de las características de la poesía tradicional, como las chansons de toile francesas, cantigas de amigo gallegas, winileodas germánicas...
Sin embargo, aunque no conserváramos ningún texto, son muchas las noticias de la lírica tradicional que han llegado hasta nosotros por otras vías. Así, en los concilios eclesiásticos desde el siglo IV son muy frecuentes las quejas de la Iglesia hacia los puellarum cantica (‘cantos de jovencitas’), cantados en villas y aldeas, que incitaban al amor y a la lascivia y que, por tanto, debían ser prohibidos; y también son frecuentes las quejas por los escándalos que provocaban los cantos fúnebres (carmina diabolica, ‘poemas diabólicos que ... la gente suele hacer sobre los muertos’), cantados en los velatorios o entierros. Asimismo, las crónicas nos hablan a menudo de estas canciones cantadas por jovencitas y de los plantos por los héroes caídos, los cantos de los soldados o marineros, así como de las que cantaba el pueblo en las grandes ceremonias o en los recibimientos triunfales. Y no hay que olvidar, por último, que el teatro (especialmente el español del Siglo de Oro), al retratar fielmente la vida de campesinos y villanos, echó mano de estas cancioncillas en muchas ocasiones.

Posteriormente, muchos autores cultos como Gil Vicente, Lope de Vega, Góngora y, en la época contemporánea, García Lorca o Alberti, escribirán poemas siguiendo el estilo de la lírica tradicional. 





-          Características de la lírica tradicional.
o   Temas
La lírica tradicional sirve de expresión a sentimientos o situaciones sólidamente arraigados en la existencia colectiva. Cabe distinguir cuatro núcleos temáticos: el amor, el trabajo, la muerte y la celebración del paso de las estaciones, especialmente la llegada de la primavera y el verano.
Así pues, ninguna canción popular existía porque sí, sino que respondía a una función social: había canciones que se cantaban en las bodas y en los bailes, al terminar la siega, en carnaval, en Navidad y en los entierros.
Tampoco las canciones amorosas existían al margen de ciertas ceremonias habituales: los paseos vespertinos por la aldea, el canto bajo las ventanas de las muchachas o el noviazgo, suponían ritos colectivos, y en estos ritos las canciones tenían su lugar establecido.
o   Ámbito geográfico: el inmenso caudal  de la lírica popular surgió, con algunas peculiaridades, en todas las áreas lingüísticas de la España medieval. Sin embargo, es preciso destacar tres corrientes importantes:
o   Lírica galaico-portuguesa: escrita en gallego. Su expresión más característica es la cantiga de amigo.

o   Las jarchas: poemillas en lengua romance integrados en canciones árabes que surgen en Andalucía y el territorio ocupado por los musulmanes.

o   Lírica tradicional castellana: escrita en el primitivo idioma castellano en los crecientes territorios de la Castilla medieval.

o   Géneros: Las principales formas de lírica tradicional son las jarchas, las cantigas de amigo y los villancicos.

o   Canciones de amor: la mujer expresa su amor o su dolor por la ausencia del amado. Tuvieron extraordinario desarrollo entre los trovadores gallegos, dando lugar a una modalidad específica: las cantigas de amigo.
Las cantigas de amigo datan de los siglos XII y XIII, y están compuestas en galaico-portugués. Posteriormente serán recopiladas por autores como Martín Códax o Pero Meogo.
En ellas hay abundantes referencias a la naturaleza gallega, que adquiere una gran carga simbólica. Algunas cantigas cultas revelan la influencia de la poesía trovadoresca provenzal del amor cortés, llegada probablemente a través del camino de Santiago.
En lo referente a la forma, son formas más elaboradas que las jarchas, de las que hablaremos más adelante. Emplean frecuentemente el recurso del paralelismo, pues se repiten versos con parecidas o idénticas palabras.


o   Jarchas: Las jarchas son breves composiciones de raíz popular y transmisión oral, originarias de al-Ándalus. Se han conservado gracias a que algunos poetas árabes y hebreos decidieron imitarlas o incorporarlas como cierre de poemas amorosos, denominados moaxajas. Datan de los siglos XI y XII y están escritas en mozárabe y en árabe vulgar, algo comprensible porque surgen en territorio bilingüe.
Las jarchas son la expresión femenina de un amor angustiado o gozoso. En ellas aparecen variantes recurrentes del tema amoroso, como la visita inesperada o la ausencia del amigo (habib); dolorosas quejas a la madre, las hermanas o amigas; la descripción apasionada del amigo, etc. La ausencia de detalles sobre el espacio o el momento intensifica el lirismo de los sentimientos.
En cuanto a su forma, constan de una sola estrofa de dos a cuatro versos con una rima consonante, y se caracterizan por su sencillez expresiva, habitual en la literatura popular.

o   Villancicos: los villancicos son las principales composiciones de la lírica tradicional castellana. Los textos conservados de este tipo aparecen recogidos en recopilaciones que se realizaron durante los siglos XV y XVI, denominadas cancioneros. En la historia de la literatura española, la palabra villancico denota las cancioncillas y otras piezas propias de la lírica tradicional que cantaban los villanos y la gente del pueblo en general. Este es el nombre que se les dio cuando se empezaron a poner por escrito (antes ni tan siquiera lo tenían: eran simplemente «cantares» o «canciones» sin más), y el que pervivió hasta que a finales del siglo XVII empezó a restringirse su significado a las cancioncillas de Navidad.
 Lo que más llama la atención es que un villancico rara vez se recoge de forma idéntica en dos testimonios. Aquí aparece con un verso menos, allí con una estrofa más y más allá con las palabras modernizadas. Pero, a pesar de todos los cambios, se advierte que es siempre el mismo villancico. Y es que la transmisión de la lírica tradicional está viva: es activa. Al no tener necesariamente un texto que seguir, no olvidemos que se trata de una sociedad compuesta, en su mayoría, por analfabetos, y tratarse de canciones que pasaban de generación en generación, cada cantante (o, mejor, cada grupo en que se cantara) era libre de alterarlas como le venía en gana: podía ampliarlas o acortarlas, modernizarlas para que todos las entendieran o arcaizarlas para darles una apariencia más antigua, o incluso podía alterar la letra, fuera porque no la recordaba con exactitud o porque deseaba aplicarla a acontecimientos de su círculo. Exactamente lo mismo que se hace hoy día con las canciones tradicionales, que varían de pueblo en pueblo o de valle en valle.
Suelen tratar un asunto amoroso en un entorno natural cargado de simbolismo. También aparecen otros temas como el de la mujer malcasada o la llegada de la primavera.
Formalmente se emplea la estrofa denominada zéjel que consta de un estribillo de dos o tres versos que se repite en todas las estrofas, y de varias glosas o mudanzas (parte variable de la estrofa) en las que se desarrolla el estribillo. Al igual que todas las composiciones de la lírica tradicional castellana, el villancico emplea versos de arte menor, rima asonante y numerosos paralelismos y repeticiones.
Podemos distinguir por su temática diferentes clases de villancicos o cantos:
ü  Albadas o alboradas: recrean el momento del amanecer como hora de encuentro o separación de los amantes.

ü  Cantos de boda, de vela o de cuna: surgidos con motivo de los ritos del matrimonio, la vigilia o el cuidado de los recién nacidos.

ü  Planto o endecha: expresión de dolor por la muerte de un ser querido.

ü  Canciones de trabajo: entonados al tiempo de la siega, la vendimia o la recogida de la aceituna.

ü  Marzas y Mayas: para recibir la llegada de los meses de primavera y verano.

ü  Serranillas: se tratan de composiciones de la lírica tradicional castellana, que desarrollan el encuentro entre un caballero y una pastora en tono realista.

o   Métrica y estilo: las notas que definen esta poesía son: sencillez métrica conseguida a base de versos de arte menor, rima casi siempre asonante, y extrema brevedad.  Este carácter popular y oral se manifiesta también en el lenguaje: abundancia de palabras concretas que nombran elementos de la naturaleza (flores del campo, olas del mar, estrellas), diminutivos, exclamaciones afectivas, repeticiones y paralelismos que facilitan la recitación o el canto, y escasez de elementos ornamentales y descriptivos. Pese a ello, pocos textos igualan a la lírica tradicional en capacidad de sugerencia e intensidad.


2.      Poesía lírica culta
Durante los siglos XV y XVI surge en las cortes de reyes y nobles la moda de los cancioneros, colecciones reunidas bajo la protección de monarcas y aristócratas en las que se recogen imitaciones de poesía tradicional y composiciones cultas. A diferencia de la popular, la lírica cortesana fue escrita por autores cultos, en tanto que su ámbito de  difusión discurría entre una nobleza, que ya no solo disfrutaba de las viejas leyendas épicas, sino que se mostraba cada vez más abierta al cultivo de las letras y la cortesía.
Otro elemento indispensable para entender la lírica culta en la Edad Media es el movimiento llamado Prerrenacimiento, cuyo máximo desarrollo se produjo en el siglo XV, anticipando ciertos rasgos que definirían la concepción del mundo renacentista durante el siguiente siglo.
o   Desarrollo de las ciudades, aumento del comercio y consolidación de la burguesía.
o   La nobleza se hace cada vez más cortesana, interesándose por las letras y las artes.
o   Influencia italiana sobre todo de Petrarca, Dante y Boccaccio.
o   Progresiva recuperación de la tradición literaria latina.
o   Exaltación de la fama en la tierra, lo que anima al artista a reivindicar la autoría de sus obras.
o   Aprecio creciente por parte de los lectores por la figura del intelectual o escritor, que se siente orgulloso de su obra frente al autor anónimo de la época medieval.
o   Crisis de valores morales y religiosos imperantes en la Edad Media, lo cual se traduce en literatura a través de sentimientos de crisis e inseguridad. En el caso de la literatura española, La Celestina es un claro ejemplo.


·         Temas y tipos

Los temas entorno a los que gira la literatura son tres: la fortuna, el amor y la muerte. Pero tratados desde un doble punto de vista: el reflexivo, para que la vida de soledad, corta y fugaz del ser humano termina siempre en frustración; y el vitalista, que partiendo de los mismos supuestos, promueve el disfrute máximo de lo presente.
o    Poesía cancioneril: el amor cortés
Un elemento imprescindible para entender la lírica culta en la Edad Media es el concepto de cortesía o amor cortés, originado en las aristocráticas cortes  de la Provenza, en el sur de Francia, durante el siglo XII de la mano de poetas cultos, empeñados en la exaltación de un amor concebido al servicio incondicional de la mujer. Escribían en una lengua romance provenzal, muy cercana por entonces al catalán, por lo que la lírica catalana medieval, en su vertiente culta, aparece vinculada a la estética provenzal.
Se encuentra en la base de lo que hoy día se conoce como amor absoluto o amor romántico. Los elementos que caracterizan esta concepción amorosa son:
ü  La cortesía: Para vivir el amor cortés es necesaria la cortesía (educación y buenos modales), quienes carecen de ella no son capaces de experimentar el verdadero amor.

ü  El servicio a la dama: Se establece un verdadero código moral, según el cual el poeta o trovador se convierte en el perpetuo servidor de la dama, a la que le dedica con respeto y veneración sus artificiosas composiciones. En ellas expresa, bajo distintas fórmulas, la intensidad de ese amor, en ocasiones imposible, debido a la integridad de la mujer, a veces casada, y a la diferencia social entre ambos. El amor implica servicio y subordinación, el caballero debe ser casto siempre y servir a la dama en lo que ella desee, a costa incluso de su identidad. Debe vivir solo por y para ella. El poeta enamorado actúa como un cantor de las virtudes de la mujer y sufridor de sus desdenes, aunque el suyo es un sufrimiento gozoso que se transforma en el objetivo de su vida.

ü  La idealización: En esta concepción amorosa la dama no es una mujer real, sino irreal, es un estereotipo de belleza. En términos morales se la considera superior al hombre, porque consigue que éste mejore en sus actitudes. La pasión amorosa hacia la dama ennoblece al caballero, convirtiéndolo en modelo de virtudes como la lealtad, la finura y la valentía.
Es “señora del trovador”, es decir, superior en escala social. Está casada lo que obliga al poeta a ser discreto en su pasión. La mujer está adornada por una gran belleza física, que en algunos casos se ajusta a la descripción tópica de cabellos rubios, ojos y piel claros, y manos delicadas.
Su único defecto es la crueldad hacia el trovador.

ü  Desvinculación con el matrimonio: El amor cortés excluye para muchos poetas el matrimonio, un mortal no puede unirse jamás a una diosa. Otras veces se produce la exaltación del amor adultero, pues se parte de la idea de que el matrimonio entre la nobleza era producto de conveniencias e intereses, mientras que el amor cortés surge de la libre elección de los amantes.

El modelo más directo de las composiciones cancioneriles será Francesco Petrarca, poeta italiano del siglo XIV. Su idea del amor como algo inevitable y su concepción del cancionero individual como una especie de autobiografía amorosa influirán decisivamente en la poesía a partir del siglo XV. Petrarca en su famoso cancionero trata el tema del amor como sentimiento supremo de elevación espiritual. Su amada Laura de Noves aparece totalmente idealizada. Lo mismo sucede con la Beatrice de Dante, poeta italiano que también influye en esta época, que es presentada como reflejo de belleza y bondad y no como un ser humano auténtico.
El estilo de la poesía cancioneril está cargado de artificiosidad verbal, hipérbatos, contraposiciones, reiteraciones y juegos de palabras. Se trata de una poesía abstracta y de difícil comprensión. A este estilo de poesía pertenecen los cancioneros colectivos: Cancionero de Baena y Cancionero de Estúñiga.


o   La poesía alegórica: La Fortuna
La concepción del mundo regido por la Providencia divina deja paso al culto a la Fortuna como dueña del destino humano; precisamente la Fortuna protagonizará numerosos poemas alegóricos en el siglo XV. Se trata de obras de gran artificiosidad y con numerosos cultismos de origen latino. A este tipo de poesía pertenecen: El laberinto de la Fortuna, de Juan Mena, y El infierno de los enamorados, del Marqués de Santillana.

o   Poesía moral: la muerte
A pesar de que la muerte es un tema recurrente en la literatura, la razón por la que aparece como uno de los temas centrales de la literatura de mediados del siglo XIV y, sobre todo del XV se debe a diversos acontecimientos históricos que influyeron de manera determinante en los escritores de toda Europa: la Guerra de los Cien Años, la Reconquista, la epidemia de peste negra y la hambruna producida por la sucesión de malas cosechas.
Poemas que destacan el poder igualador de la muerte, que afecta a todos por igual. La vida es un tiempo fugaz, y estas composiciones son una llamada de atención moral, pues la certeza de la muerte hace que pierdan sentido otros deseos humanos, como la riqueza, la belleza o el poder.
Ante la muerte los escritores medievales afrontaron diferentes actitudes. Algunos, como Jorge Manrique aprovecharon su lección moral para advertir sobre la vanidad de los esfuerzos humanos y la necesidad de emplear la vida terrenal para preparar la eterna. Otros, en cambio, se lanzaron a defender el goce del presente ante la inevitabilidad de la muerte.
El estilo de estas composiciones es llano, en el que predominan imágenes sencillas y lenguaje claro.
A este tipo de poesía moral pertenecen las Coplas de Jorge Manrique, de las que hablaremos más adelante,  y las Danzas de la Muerte. Estas últimas eran representadas y bailadas por toda Europa. Se trataban de espectáculos en los que la Muerte va invitando a personajes de diferentes clases sociales a su macabro baile. Va señalando sus defectos y sus vicios, y haciendo hincapié en su poder igualador, que no distingue entre ricos y pobres.

o   Poesía crítica y satírica:
Composiciones como Coplas del Provincial, destacan por su  crítica política y social. Y se caracterizan por un estilo llano, ironía y expresiones coloquiales.


·         Tres poetas cultos: Marqués de Santillana, Juan de Mena y Jorge Manrique

o   Marqués de Santillana (1398-1458)


Iñigo López de Mendoza, más conocido por su título de marqués de Santillana, fue uno de los aristócratas más poderosos de su tiempo, la primera mitad del siglo XV. Se formó en la corte de Alfonso V de Aragón y fue un hombre de gran cultura y curiosidad intelectual. Llegó a atesorar una gran biblioteca y compuso una abundante obra literaria en la que cultivó todos los géneros.



Comedieta de Ponza: hondo lamento por la derrota naval de la casa de Aragón frente a los genoveses.
 Infierno de amor: describe los tormentos a los que son castigado quienes se dejan arrastrar por el “loco amor”.
Sonetos fechos al itálico modo: son un intento de adaptar el endecasílabo italiano a la lengua castellana.
Serranillas: se tratan de breves poemas herederos de la lírica tradicional, que relatan en tono realista el encuentro de un caballero con una pastora rústica o serrana.


o   Juan de Mena (1411-1456)
El cordobés Juan de Mena es el más característico representante de la poesía culta medieval española, así como la personificación del hombre de letras al margen de la actividad militar. Fue secretario de Juan II y vivió dedicado a la escritura.
Su obra cumbre es el Laberinto de la Fortuna, extenso poema narrativo de carácter alegórico dedicado al rey. Es evidente la influencia de la Divina comedia de Dante. En este caso, el poeta es guiado por la Providencia a través de la casa de la Fortuna; allí contempla las tres ruedas, pasado, presente y futuro, y los siete círculos de los planetas, cada uno ocupado por diversos personajes virtuosos y pecadores de la Antigüedad y de la historia de España. El poeta da su visión de la historia castellana.
Todo ello escrito en versos de doce silabas y rima consonante, plenos de sonoridad y recursos cultos y latinizantes.

o   Jorge Manrique (¿1440?-1479)


El poeta más relevante de la lírica del siglo XV es Jorge Manrique, quien participó activamente en la vida cortesana y política de la época. La influencia de su tío, el escritor Gómez Manrique, es determinante en su labor poética y su educación literaria.
De su poesía se han conservado tres poemas morales, algunas composiciones amorosas en la línea de la poesía cortesana de la época y las Coplas a la muerte de su padre, la obra que más fama le ha dado.
ü  Contenido
Las Coplas son una elegía en la que la muerte de su padre, don Rodrigo Manrique, suscita en el poeta una sentida reflexión sobre la vida y la muerte. Aunque se integran en toda una corriente artística europea que aborda el tema de la muerte, se alejan de la visión macabra de otras obras como las danzas de la muerte para ofrecer unos versos llenos de emoción y sentimiento.
Jorge Manrique emplea en esta obra una serie de tópicos o lugares comunes tanto en la literatura como en el pensamiento religioso de la Baja Edad Media. Estos temas son:
a)      Menosprecio de la vida terrenal. La prioridad de la vida eterna, la única verdadera, conlleva el desprecio de un mundo donde todo es vanidad de vanidades, y cuyo único merito es el de ser el camino que nos lleva al otro mundo. Se relaciona con la idea memento mori (recuerda que has de morir).
b)      Ubi sunt? : esta interrogación retóricaque significa “¿dónde están?”, pregunta dónde han ido los personajes que algún día fueron célebres.
c)      Tempus fugit: la expresión “el tiempo huye” hace referencia a la brevedad de la vida, y se realciona con la idea de que la Fortuna es variable.
d)      Poder igualador de la muerte: la igualdad ante la muerte es un concepto muy divulgado en la época a través de las  Danzas de la muerte, como ya hemos mencionado. Sin embargo, Jorge Manrique prescinde de la visión macabra habitual de estas obras.
e)      Fama de los hechos gloriosos: esta fama se consigue gracias al cumplimiento del papel social adjudicado a los nobles. Constituye una vida más duradera que la terrenal, pero inferior a la eterna.

ü  Estructura
Las Coplas se suelen dividir en tres partes, en las que la reflexión va progresando desde las ideas generales, al caso concreto de la muerte del padre:
a)      Primera parte,  Coplas I-XIV: Manrique medita sobre la igualdad ante la muerte y la fugacidad de lo mundano, y expone su visión cristiana de la vida, atenta siempre a la eternidad.
b)      Segunda parte, Coplas XV-XXIV: desarrolla el tópico literario Ubi sunt?, ejemplificándolo con casos de personajes ilustres y sucesos de la historia castellana.
c)      Tercera parte, Coplas XXV-XL: el poeta glorifica al padre, el maestre don Rodrigo Manrique, quien aparece como ejemplo de caballero cristiano. Gracias a sus hechos gloriosos y a la fama conseguida con ellos, triunfa sobre la Muerte, y deja un gran consuelo a sus parientes.

ü  Características formales
La obra está escrita en coplas de pie quebrado, llamadas luego manriqueñas en su honor, estrofas formadas por dos sextillas con rima independiente en cada una de ellas. El tetrasílabo o pie quebrado introduce un corte en el discurso y aporta solemnidad al ritmo del poema.
En cuanto al estilo, destaca su sencillez, naturalidad y lenguaje llano. Se caracteriza además por su concisión, por el empleo de antítesis, juegos conceptuales y, sobre todo, utiliza de forma original elementos tomados de la tradición literaria.

3.      El Romancero

Se designa con el nombre de Romancero el conjunto de romances surgidos a partir del siglo XIV. La palabra romance en un principio servía para designar a la lengua vulgar frente al latín de la que derivaba, acepción que aún se mantiene en la actualidad. En los siglos XIII y XIV se aplica a diferentes textos, pero va limitándose  progresivamente a unas composiciones literarias muy concretas, de extensión breve y de carácter épico o épico-lírico, compuestas anónimamente y que los juglares cantaban o recitaban delante del pueblo al son de un instrumento que acompañaba al texto con breves y monótonas notas.

·         Métrica
En su forma más popular los romances están formados por un número indefinido de versos octosílabos con la misma rima asonante en los pares mientras quedan libres los impares.

·         Orígenes

Según la teoría más admitida, los romances más antiguos procedían de ciertos fragmentos de los cantares de gesta, especialmente atractivos para el pueblo, que los retenía en la memoria y después de cierto tiempo, desgajados del cantar, cobraban vida independiente y eran cantados o recitados como composiciones autónomas con ciertas transformaciones. Los oyentes se hacían repetir el pasaje más atractivo del poema que les cantaba o recitaba el cantor o el rapsoda; lo aprendían de memoria y al cantarlos ellos, a su vez los popularizaban, formando con esos pocos versos un canto aparte, independiente: un romance. A estos romances se les denomina épico-tradicionales.
Más tarde, los juglares, dándose cuenta del éxito de los romances tradicionales, compusieron otros muchos, ya no desgajados de un cantar, sino inventados por ellos, algo más extensos y con una temática más amplia. Los autores, como ya hemos dicho, desaparecen en el anonimato, y la colectividad, plenamente identificada con aquellos textos, los canta, modifica y transmite. Éstos se conocen con el nombre de juglarescos.

·         Contenido

o   Épicos: derivan de los cantares de gesta castellanos y franceses y tratan de figuras como el Cid o Carlomagno.
o   Históricos: basados en algún episodio de la historia reciente de la época. Se incluyen los llamados romances fronterizos (sobre enfrentamientos entre musulmanes y cristianos) y los moriscos (cuyo protagonista es un refinado caballero musulmán).
o   Líricos y novelescos: se centran en la expresión de un sentimiento, generalmente amoroso, o se inspiran en episodios legendarios como el rey Arturo y sus caballeros.
o   Otros romances: recogen, por ejemplo, asuntos de la Biblia o de la Antigüedad grecolatina.


·         Características

o   Los romances tradicionales se caracterizan por su brevedad e intensidad. La acción y la expresión de los afectos están muy concentradas. Son, en general, situaciones estallantes abordadas de forma directa e incluso brusca, prescindiendo de los pasos que han llevado a ellas y cuya enumeración podría diluir el interés del auditorio. Los romances tienden a centrarse en un episodio narrativo concreto y prescinden de elementos no esenciales, por lo que es habitual que el arranque  narrativo sea in media res.
o   Participan, en diferentes casos, de los tres géneros literarios establecidos por la  preceptiva clásica: la ficción narrativa, los sentimientos y un conflicto próximo a lo dramático. El relato y el diálogo refuerzan esta característica.
o   Del carácter épico de los romances  y de su transmisión oral proceden rasgos como el empleo de arcaísmos, las apelaciones al auditorio o el uso especial de algunos tiempos verbales como el pretérito imperfecto.  De su carácter lírico, proceden la sencillez sintáctica, las repeticiones o el lenguaje expresivo con gran carga emotiva
o   En el reinado de los Reyes Católicos estos romances anónimos llamados viejos, que en un principio, como hemos visto, se difundían oralmente cantados por los juglares, entraron en la corte donde eran ejecutados con tonadas más elaboradas, compuestas por músicos cortesanos y, además, se fueron fijando por escrito. Desde comienzos del siglo XVI circularon escritos en  pliegos sueltos hasta ser luego recogidos y publicados en extensos cancioneros de romances, como el de 1550 (hubo una primera edición hacia 1545) o el Romancero general de 1600, recopilados por poetas cultos y eruditos. También se han conservado en la tradición oral moderna y por tanto con nuevas y continuas y numerosas variantes, en la Península, Hispanoamérica y las comunidades judeo - sefardíes.
o    La fecundidad y el éxito que tuvo el Romancero Viejo de los siglos XV y XVI, hicieron que se bifurcase en una doble dirección.
ü  A partir del siglo XVI hasta finales del XVII, muchos  poetas cultos, Cervantes, Lope de Vega, Góngora, Quevedo, etc., componen también romances, llamados nuevos o artísticos, que amplían y renuevan el contenido temático y los recursos formales de los viejos romances, pero naturalmente estos ―nuevos romances presentan las características propias de la literatura culta: una marcada voluntad de estilo y mayor artificio literario, es decir, una forma literaria cuidada y específica, esa y no otra, creada por un autor con nombres y apellidos, y que por lo tanto no puede modificarse, además de la mayor libertad en cuanto a los temas y, desde luego, la transmisión por escrito. Durante el Romanticismo y en los siglos XIX y XX se conocerá una nueva floración de este tipo de romances cultos, como los pertenecientes, entre otros muchos autores, al Duque de Rivas, Zorrilla, Antonio Machado, Unamuno, Gerardo Diego, García Lorca, Rafael Alberti, Miguel Hernández, etc.
  La otra dirección es la de la propia tradición popular, pues los viejos romances siguieron transmitiéndose oralmente, y al mismo tiempo se fueron creando otros nuevos de tradición oral más reciente. En palabras de José María Valverde, el Romancero es la columna vertebral de la historia de la poesía española y el profesor Alborg apostilla: El Romancero constituye la poesía nacional española por excelencia: un inmenso poema disperso y popular, que representa una de esas pocas cumbres excelsas en la literatura de todos los países, capaces de llegar al alma de todo un pueblo sin distinción de clases ni de preparación intelectual.





Comentarios