Estos apuntes están basados en gran parte en los estudios de Miriam Álvarez y en los apuntes del Blog El Pilar de la Lengua.
En función de la ubicación de la tesis, los textos argumentativos distribuyen los argumentos que la defienden, dando lugar a diferentes organizaciones de las ideas:
- ¿Qué es argumentar?
- El contexto de la argumentación
- Estructuras del texto argumentativo
- Organización del texto argumentativo
- Clases de argumentos
- Procedimientos usados con más frecuencia en los textos argumentativos
- Características lingüísticas de los textos argumentativos
- El ensayo lugar de encuentro entre la exposición y la argumentación
- Importancia del texto argumentativo en el entorno escolar.
1. ¿Qué es argumentar?
Argumentar consiste en aportar razones para defender una opinión. Argumentar es convencer al receptor para que piense de una determinada forma. La argumentación se utiliza normalmente para desarrollar temas que se prestan a la controversia, y su objetivo fundamental es ofrecer una información lo más completa posible, a la vez que intentar persuadir al lector mediante un razonamiento. Por consiguiente, las técnicas de persuasión ocupan un papel importante en estos escritos, ya que en ocasiones, la opinión defendida no es verificable, sino que tiene que apoyarse en ideas lógicamente aceptables.
La idea principal que se defiende en la argumentación, bien sea una opinión, bien un hecho cuya validez se quiere demostrar se denomina tesis.
La actitud del emisor puede variar en función de si se quiere demostrar unos hechos o persuadir al receptor. Por ejemplo, si se quiere concienciar de los beneficios de hacer deporte, la actitud puede ser subjetiva. Sin embargo, si en un tratado se intenta demostrar una hipótesis, la actitud será de aparente objetividad.
Esta modalidad se emplea en diferentes ámbitos de uso de la lengua. Por ejemplo, en los medios de comunicación, se emplea en los textos periodísticos de opinión y en anuncios publicitarios; en internet, en twitter, facebook y similares; en el ámbito académico, en tesis doctorales, donde se presentan hipótesis que se defienden por medio de argumentos, etc.; en el ámbito literario, se suele emplear en debates, discusiones, etc.
2. El contexto de la argumentación
Cuando alguien desarrolla una argumentación para convencer a otro de que acepte su tesis, lo hace en un determinado contexto. Este abarca las creencias, las costumbres, las ideas de la comunidad a la cual ambos pertenecen. Además, el contexto determina las convenciones lingüísticas que ambos usan, es decir, el valor semántico de las palabras empleadas. Cuando el contexto en el que se desarrolla la argumentación, no es común a sus participantes, alguien fácilmente puede utilizar palabras que resulten molestas o agravantes para los demás.
El argumentador parte de la base de que el receptor no se adhiere a la tesis que defiende, pero puede llegar a convencerse de ella; por eso, argumenta partiendo del supuesto de que el receptor tiene la inteligencia y los conocimientos necesarios para comprender los argumentos.
3. Estructuras del texto argumentativo
Son tres los elementos o partes en las que se divide generalmente una argumentación: la tesis, el cuerpo argumentativo y la conclusión. A pesar de que la mayoría de textos argumentativos suele presentar estos elementos , puede ocurrir que esté ausente alguno de ellos: la tesis, en muchos casos, es sustituida por una exposición inicial sobre el tema que se va a tratar. Es muy importante por esta razón, señalar que el texto expositivo y argumentativo funcionan conjuntamente en el caso de la argumentación: no podemos defender ideas o situaciones sin haberlas puesto, previamente, en conocimiento de nuestro receptor.
3.1. La tesis
Es la idea fundamental en torno a la que se reflexiona; puede aparecer al principio o al final del texto y ocupa un párrafo, también al inicio o al final. En este último caso muchas veces se omite la conclusión por considerarse innecesaria, pues es la tesis la que ocupa su lugar.
Es muy importante que la tesis esté formulada de forma clara, dado que es el núcleo en torno al que gira la argumentación.
3.2. El cuerpo de la argumentación
A partir del planteamiento de la tesis, en un nuevo párrafo, empieza la argumentación propiamente dicha. Se van ofreciendo argumentos de distinto tipo, de los que hablaremos más adelante, ejemplos y otra serie de recursos que tienen como fin fortalecer la opinión defendida y refutar la contraria.
La refutación o rechazo de las ideas contrarias es de gran importancia, pues en ella puede encontrarse el éxito de nuestro objetivo, convencer a los demás.
Debe prestarse especial atención a los argumentos que empleamos para rechazar ideas contrarias a las nuestras: podemos emplear la ironía, introducir elementos subjetivos, pero siempre desde el respeto y la tolerancia ante las ideas ajenas, sin caer en el insulto o comentarios despectivos que podrán ofender a alguna persona.
3.3. La conclusión
Constituye la última parte de la argumentación. Si un buen principio es fundamental, también lo es un buen final. La conclusión recoge el razonamiento lógico de derivado de la argumentación precedente: es importante que la conclusión sea coherente con todo lo anterior. A modo de conclusión cabe presentar una recapitulación de lo dicho anteriormente.
4. Organización del texto argumentativo
Los textos argumentativos poseen una organización peculiar. Las categorías sobre las que se fundamenta son premisas y conclusiones. El autor ha de organizar convenientemente los elementos temáticos para lograr del lector una determinada disposición. Por ello, tal vez sea la argumentación el tipo de discurso en el que el receptor se halla involucrado de manera más directa. El emisor en todo momento “cuenta” con él.
En la base de toda argumentación se encuentran los principios de la antigua dialéctica y de la lógica:
A. Desde el punto de vista de la lógica, se tiene en cuenta la noción de causalidad, que proporciona un orden objetivo, sea cual sea el tema sobre el que trate la argumentación. La causalidad explica por qué sucede así y no de otra forma un hecho, esto es, supedita una causa a unos resultados determinados, por lo que cada paso es sostenido por el anterior. Desde antiguo se adopta como método la adecuación a un orden natural, esto es, el encadenamiento de razones más evidentes a aquellas otras que se presuponen a estas.
B. Desde el punto de vista de la dialéctica, el texto de la argumentación se mueve sobre probabilidades, nunca sobre certezas. Por ello, ya los antiguos utilizaban los silogismos retóricos como herramientas de una discusión, pues el objetivo último era “derrotar al adversario”. Aunque el texto argumentativo no sea propiamente dicho un combate verbal, aparecen huellas de la dialéctica en muchos de ellos.
silogismo
Del lat. syllogĭsmus, y este del gr. συλλογισμός syllogismós.
1. m. Fil. Argumento que consta de tres proposiciones, la última de las cuales se deduce necesariamente de las otras dos.
En función de la ubicación de la tesis, los textos argumentativos distribuyen los argumentos que la defienden, dando lugar a diferentes organizaciones de las ideas:
a. Estructura deductiva o analizante: la tesis se presenta al comienzo del texto argumentativo, a la que seguirá la presentación de argumentos que la avalan.
- Estructura inductiva o sintetizante: la tesis cierra el escrito, varias ideas (argumentos, ejemplos, etc.) conducen a la conclusión final.
- Estructura encuadrada o circular: la tesis inicial se desarrolla a lo largo del texto, de tal modo que este cierra con una reafirmación de la tesis, o una conclusión que procede de ella.
d. Estructura paralela: una tesis se expresa por comparación o yuxtaposición a otra, bien enfrentándolas directamente o bien oponiendo aspectos parciales de cada una de ellas.
- Estructura interrogativa: formada por una pregunta inicial que se responde de varios modos a lo largo del texto, o bien por varias preguntas iniciales que se responden a la vez, con una sola idea.
f. Estructura repetitiva o reiterativa: La misma idea se repite a lo largo del texto, de forma idéntica o con un lenguaje diferente, o añadiendo algún elemento nuevo en cada párrafo.
5. Clases de argumentos
Los argumentos ayudan al autor/a a conseguir su propósito, esto es, a persuadir al receptor sobre la conveniencia de la postura adoptada, ya que los argumentos aportan coherencia y veracidad a la tesis expuesta.
Los argumentos pueden ser de distintas clases, según sus características y lo que aportan a la argumentación.
a. Datos objetivos: son demostrables, datos concretos o cifras exactas, como fechas, estadísticas, datos obtenidos de forma empírica, etc.
b. De autoridad: Se trata de un recurso que se basa en testimonios o citas de personas, célebres en muchos casos, o especialistas en el tema sobre el cual redactamos nuestra argumentación. De esta forma, podemos conseguir adelantarnos a opiniones contrarias, además de reforzar la idea o tesis que queremos defender, apoyándonos en expertos/as que gozan de nuestro respeto o prestigio dentro de la sociedad.
c. Ejemplificación: Presentan ejemplos concretos que sirven para explicar o apoyar la tesis.
d. Analógicos o de comparación: Plantean una situación similar a la presentada en el texto. Se defiende algo en razón de ser muy parecido a otros elementos que nos convencen.
e. Afectivos o de experiencia personal: Se basan en la experiencia personal del emisor, en sus vivencias; no ofrecen datos objetivos, sino que apelan directamente a los sentimientos del receptor.
f. De refutamiento o contrargumentos: Son argumentos contrarios a la opinión del autor/a que incluye para negarlos.
g. Calidad: Valora lo bueno frente a lo abundante.
h. Científico: La autoridad o el prestigio de la ciencia puede servir para apoyar un pensamiento.
i. De criterio sapiencial: refranes, proverbios, dichos populares, etc.
j. Estético: Lo bello se valora sobre lo feo.
k. Existencial: Se prefiere lo real, verdadero y posible, frente a lo inexistente, falso o imposible.
l. Generalización indiscutible: Son verdades evidentes, comúnmente aceptadas por la sociedad. Lo que la mayoría piensa o hace funciona en ocasiones como argumento (argumento de la mayoría). La mención del sentido común se incluye en esta variante.
m. Hedonista: Identificable con el carpe diem latino. La idea se justifica en razón de la necesidad de vivir la vida.
n. Justicia: Lo justo debe prevalecer sobre lo injusto.
o. Moral: Las creencias éticas socialmente aceptadas pueden ayudar a justificar una opinión. (Generalización indiscutible)
p. Progreso: La novedad y lo original son claves del progreso y son valorados frente a la tradición.
q. Salud: Se valora lo saludable y beneficioso frente a lo nocivo y perjudicial.
r. Tradición: El peso de la tradición puede servir para confirmar nuestras ideas. Es la antítesis del argumento de progreso.
s. Utilidad: Se valora lo útil, necesario y eficaz, frente a lo inútil, ineficaz o peligroso.
t. Ad hominem: Se admite o rechaza un razonamiento, no por sí mismo, sino en función de la persona que lo expresa.
En algunos argumentos se pueden extraer conclusiones erróneas, una falsedad o una conexión incorrecta. Este tipo de argumento recibe el nombre de falacia. Por ejemplo: “Nadie ha demostrado que existan los extraterrestres”; por tanto, “podemos concluir que existen” es una falacia, porque que no se haya demostrado no significa que podamos deducir que existen.
6. Procedimientos usados con más frecuencia en los textos argumentativos
El texto argumentativo adquiere un verdadero significado cuando lo enmarcamos en el hecho comunicativo. De esa consideración se deriva su carácter fuertemente subjetivo, así como la utilización de los recursos más adecuados, ya que el objetivo del emisor es buscar la adhesión del receptor. En consecuencia, el contraste entre la persuasión que se pretende y la búsqueda de recursos del autor/a, pone en juego unas técnicas de argumentación, procedentes en su totalidad de la antigua retórica.
La teoría de la argumentación, cuyo objetivo es influir de modo eficaz en los lectores mediante el discurso, incluye asimismo procedimientos empleados en la psicología, por ejemplo, la conveniencia de utilizar determinados recursos y el lugar que deben ocupar para lograr con éxito convencer al receptor. Entre los procedimientos más destacados en la confección de textos argumentativos se encuentran:
6.1. La disposición. La coherencia
El orden y la disposición de los denominados “argumentos” es un factor esencial. El orden viene dictado por el deseo de presentar coherentemente los argumentos. Debe prestarse, por ello, especial atención a la evolución del pensamiento en relación con los argumentos de refutación o de corroboración, para reforzar la credibilidad y facilitar la comprensión de la tesis. En beneficio de la misma, se evitarán las divagaciones que podrían entorpecerla. El texto debe ser coherente.
El párrafo. La distribución del razonamiento en párrafos ayuda a asimilar mejor el contenido, a la vez que fortalece la organización de las ideas. La coherencia es la estructuración interna y la claridad en la elocución son cualidades que deben observarse en toda argumentación y ha de lograrse mediante una correcta disposición de la tesis en los distintos párrafos. El párrafo puede convertirse en una sección informativa esencial, que aglutina una de la tesis definida, o que ofrece argumentos en contra que un autor/a presenta.
6.2. La cohesión
En la organización del texto, y de los párrafos, intervienen activamente rasgos gramaticales, como los nexos, pero también elementos léxicos modalizadores que establecen las líneas de contenido y que, en última instancia, aluden a la unidad temática del párrafo o la relación entre uno y otro párrafo.
7. Características lingüísticas de los textos argumentativos
A pesar de que es casi imposible señalar la especificidad del lenguaje empleado en textos de tan variado contenido, de tan diversos niveles, y en donde el punto de vista del autor/a desempeña un papel tan destacado, pueden trazarse unos usos más o menos generalizados:
7.1. Rasgos semánticos y léxicos
Suelen aparecer términos técnicos correspondientes a la disciplina de la que se trate, pero también lenguaje ordinario y polisémico, al que se restringe su significado mediante un adjetivo (sistema salarial, progreso económico,...) o un elemento adyacente (banco de pruebas, rama de producción,...). Se intenta con ello dotar de un sentido unívoco de las unidades léxicas empleadas.
Aunque el uso del léxico polisémico favorece, en ocasiones, que se generen varios sentidos y se cree doble debate y opinión. Por otra parte, abundan las palabras que implican valoración por parte del emisor/a e intentan influir en el receptor/a, así se emplean adjetivos calificativos con intención valorativa, que aportan la opinión del autor/a, y sustantivos abstractos, que remiten a ideas o conceptos. (CONNOTACIÓN).
7.2. Rasgos morfológicos
En la configuración de los textos argumentativos suele haber llamadas al receptor mediante el uso del vocativo, para atraer su atención. Generalmente aparece la tercera persona, aunque en ocasiones, la subjetividad del texto hace que el autor/a se involucre en él, por lo que es frecuente la primera persona, como el plural con valor universalizador.
Los verbos normalmente empleados son aquellos que expresan voluntad, pensamiento y habla. Los verbos imperativos y las perífrasis de obligación se utilizan para influir en la actitud del receptor.
7.3. Rasgos sintácticos y textuales
En cuanto a la sintaxis, lo más significativo tal vez sea la complejidad de la misma y la aparición de largos períodos oracionales. Predomina la subordinación, más acorde con la expresión del razonamiento: la supeditación de una idea a otra, la comparación o la expresión de la condición para que un hecho sea posible. A estas características generales cabe añadir la presencia de incisos cuya finalidad es la de aclarar algún aspecto que si bien se considera secundario, puede servir de apoyo al hecho principal.
Normalmente se tiende a utilizar la modalidad enunciativa, sobre todo en textos demostrativos de nivel especializado; mediante esta se quiere poner de manifiesto una total objetividad. Por el contrario, las modalidades exclamativas, interrogativas o dubitativas son más frecuentes en los textos donde se acentúa una actitud personal del emisor. La modalidad exhortativa puede aparecer para hacer partícipe al receptor de la opinión del emisor.
Los conectores discursivos se emplean para favorecer la cohesión del texto. Entre ellos destaca el uso de los adversativos y contrargumentativos, los concesivos y los consecutivos.
7.4. La Modalización
La modalización atiende a la presencia del emisor en el propio texto. Esta presencia se percibe a través de diferentes elementos lingüísticos llamados modalizadores. Los modalizadores son propios de los textos con un marcado carácter subjetivo. Los modalizadores son frecuentemente definidos como las marcas lingüísticas que se manifiestan en la presencia del emisor en textos argumentativos.
Los principales elementos modalizadores son:
7.4.1. La Modalidad oracional y comunicativa
Las modalidades oracionales y comunicativas muestran la actitud del emisor ante el enunciado y su intención respecto al receptor. Así podemos distinguir entre actitudes que niegan o afirman lo dicho (enunciativas), que preguntan por algo o por alguien (interrogativas directas o indirectas), que muestran sorpresa o admiración (exclamativas), mandato (exhortativas) o bien duda, posibilidad (dubitativas) o bien deseo (desiderativas). Lo fundamental es determinar cuál de estas modalidades oracionales predomina en el texto para buscar la razón en la intencionalidad del autor.
Las modalidades oracionales y comunicativas son las siguientes:
a. Enunciativa o asertiva: el emisor presenta su enunciado afirmando o negando su contenido. Suele usarse el modo indicativo y la función del lenguaje fundamental es la representativa o referencial. El receptor entiende este enunciado como verdadero.
Ejem: Los políticos son los responsables de la burbuja inmobiliaria.
b) Interrogativa: El emisor llama la atención del receptor y lo conduce a buscar la respuesta. La función predominante es, por tanto, la apelativa. Las oraciones interrogativas pueden ser totales o parciales, directas o indirectas, afirmativas o negativas. También existen interrogaciones retóricas, que son aquellas cuya respuesta ya conoce el emisor pero que sirven para hacernos reflexionar o preguntarnos por alguna cuestión.
c) Exclamativa: el emisor/a manifiesta sus sentimientos y los hace explícitos para el receptor. La función principal es la emotiva. Pueden presentarse como interjecciones, frases interjectivas o como oraciones completas.
d) Dubitativa: el emisor presenta el enunciado como posible, de manera que es el receptor quien debe darle validez mediante la reflexión. Destaca la función expresiva.
e) Desiderativa: El emisor expresa el contenido como un deseo alcanzable, de forma que involucra en el mismo sentimiento al receptor. La función emotiva está presente.
f) Imperativa: El emisor influye directamente en el receptor mediante su enunciado. Las formas verbales más usuales son el imperativo, el subjuntivo, el presente y el futuro de mandato.
7.4.2. El léxico valorativo (ponderativo o denostador)
El vocabulario que utiliza el autor/a en su texto mostrará el grado de implicación del emisor respecto al enunciado. Podemos encontrar:
a. Adjetivos valorativos: valor connotativo de los adjetivos, se les pueden añadir morfemas derivativos; por ejemplo: “profundísima insatisfacción”, “idealizada meta”,... Muchas veces son usados en parejas o enumeraciones: “seres humanos olvidados, perdidos y condenados a…”, “es cariñoso, compasivo y cuidadoso…”.
b. Sustantivos: El emisor utilizará aquellos sustantivos que impacten en el receptor. Muchas veces se usan morfemas derivativos para expresar gusto o disgusto, afecto o desafecto. Ejem. “¡angelicos míos!”, “esos personajillos”..., Igual que los adjetivos pueden aparecer en parejas o enumeraciones: “una nutria, un lobo o una ballena…”, “hermanos, sobrinos y demás parientes…”.
c. Adverbios y locuciones adverbiales: el emisor los utiliza con el fin de expresar certeza, duda, implicación, posibilidad.
d. Verbos: Serán de pensamiento, dicción y sentimiento: decir, sentir, creer, pensar, vivir, morir...
7.4.3. Las figuras retóricas
Son varias las figuras retóricas que puede utilizar un emisor/a para mostrar su presencia. Destacan: la metáfora, el símil, la ironía, la hipérbole, la reticencia (los puntos suspensivos que se utilizan para dejar abierta una enumeración o una idea que sea el receptor quien la continúe. Ejemplo, “si las paredes hablarán…”), el asíndeton, el polisíndeton, etc.
7.4.4. Los signos de puntuación
En cuanto a los modalizadores, los signos de puntuación pueden manifestar la subjetividad del emisor/a. Nos centramos en los siguientes:
a. Los puntos suspensivos:Su uso principal es dejar en suspenso el discurso. Puede tratarse de una pausa transitoria que expresa duda, temor, vacilación o suspense. Puede insinuar, evitando su reproducción, expresiones o palabras malsonantes o inconvenientes, con intención enfática o expresiva, para alargar un texto,...
b. Los paréntesis: Se usa para insertar en un enunciado una información complementaria o aclaratoria. Su uso como modalizador implica la intención del autor de interrumpir el discurso, normalmente para incluir una nota subjetiva.
c. Las comillas: Además de reproducir citas textuales, las comillas pueden funcionar a modo de focalizador, para remarcar algún término que al emisor le interesa remarcar. Sirven también para indicar que alguna palabra o expresión es impropia, vulgar, procede de otra lengua o se utiliza irónicamente o con un contexto especial.
7.4.5. La tematización
Entendemos por tematización o topicalización todo aquello que tiene que ver con la estructura informativa del texto: el planteamiento del tema, la progresión del mismo, la inclusión de nuevas informaciones sobre ese tema o la inclusión de nuevos temas (en el caso de que el emisor quiera introducir una digresión).
La tematización es, pues, el procedimiento por el que se introduce, acota o subraya un tópico, un tema. En ocasiones se presenta un tema y se van añadiendo informaciones basadas cada una en las anteriores. Hablamos entonces de una progresión temática vinculada. En otras ocasiones, se introducen uno o varias temas y se van volviendo sobre ellos según le interese al emisor. Finalmente, hablamos de digresión cuando el emisor rompe el hilo del discurso e introduce e introduce en el mismo asuntos que no tienen conexión o presentan tan solo un íntimo enlace con aquello de que se está tratando.
7.4.6. La deixis y la impersonalidad
Además de la modalización, considerar la deixis y la impersonalidad nos puede ser útil para reconocer la mayor o menor presencia del emisor (subjetividad/objetividad) en el discurso.
a. La deixis: Es el señalamiento del emisor o la ubicación en el tiempo y en el espacio de aquellos elementos de un texto que hace referencia a una realidad extralingüística. El eje de coordenadas del que parte es: YO-AQUÍ-AHORA. La deixis puede ser:
· Personal: El emisor se incluye en el texto con presencia explícita a través de: verbos en primera persona del singular, los pronombres “yo”, “me”, “mí”, “conmigo”; y los posesivos “mi, “mío”, “mía”. También puede incluir al receptor (deixis inclusiva) a través de verbos, pronombres y posesivos de primera persona del plural (“nosotros”, “nuestro”). En algunas ocasiones, utiliza el pronombre indefinido existencial “uno”, “una”, que da carácter impersonal al enunciado pero en el que se incluye el emisor/a o cualquiera.
· Social: El emisor establece diferencias con el receptor, marcando una mayor o menor distancia, mediante el uso de “tú” o “usted”.
· Espacial: Los demostrativos son los deícticos que muestran el lugar en que se encuentra el emisor en relación con los objetos. También se puede iniciar con referencias concretas (“en mi pueblo”, “en Ruanda”...).
· Temporal: El emisor parte de la actualidad y avanza o retrocede en el tiempo mediante adverbios (“ayer”, “mañana”, “hoy”) o con expresiones que indiquen tiempo (“desde mi infancia”, “en mi vejez”).
b. La impersonalidad: En algunos textos argumentativos de marcado carácter subjetivo el emisor utiliza la impersonalidad de forma intencionada, con la finalidad de alejarse de los enunciados, hacer una generalización y convencer al receptor de la verosimilitud de sus enunciados. La forma de aparente objetividad que adquiere el texto le da un carácter universal. Las formas de impersonalidad son variadas: construcciones con se (“se dice”, “se piensa”,...), construcciones formadas por la tercera persona de verbos como ser, hacer, haber,... (“es tarde”, “hace frío”, “allí hay un puente medieval”,...).
7.4.7. Otros modalizadores
Otras marcas lingüísticas modalizadoras son:
a. El modo verbal (el indicativo indica objetividad, realidad; el subjuntivo, subjetividad, deseo, duda o temor; y el imperativo, mandato.
b. Las perífrasis verbales modales, tanto de obligación como de probabilidad o posibilidad.
c. El uso de la primera persona gramatical
d. El uso intencionado de conjunciones ilativas al comienzo de párrafo: “que trabajen o no, parece darnos igual…”. Las conjunciones ilativas más utilizadas son aunque, luego, pues, así como las expresiones, que no forzosamente son consideradas como conjunciones, por consiguiente, así que, en consecuencia, de manera que...
e. El cambio de registro para acercarse al receptor.
f. La focalización, mediante la que el emisor subraya una palabra o sintagma que quiere señalar específicamente (uso de cursivas, negrita, letras mayúsculas, tipografía variada,...).
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