La lírica renacentista. Las formas y el espíritu italianos en la poesía española. Garcilaso de la Vega.




0.  
El Renacimiento
1.     El Humanismo
2.    Renacimiento frente a la Edad Media
3.    La lírica en el primer Renacimiento: la renovación poética
4.    Garcilaso de la Vega y la poesía nueva.
5.    Garcilaso de la Vega: vida, obra, fuentes,  temas y estilo.


0.    El Renacimiento
Durante los siglos XVI y XVII, en España y en gran parte de Europa dominaron dos grandes movimientos artísticos y culturales: Renacimiento Y Barroco. En las letras castellanas reciben el nombre de Siglos de Oro, debido al gran esplendor que alcanzaron las artes y la literatura.
El Renacimiento es un movimiento ideológico, artístico y literario que surgió en Italia a mediados del S. XIV y supone  un renacer de la cultura del mundo clásico: el conocimiento y la valoración de la antigüedad griega y latina.
Durante el Renacimiento tuvieron lugar en Europa una serie de transformaciones que modificaron las estructuras de la Edad Media, y dieron paso a una época, denominada Edad Moderna.

·                    La creación de un imperio: Los Reyes Católicos conquistaron Granada en 1492 y en 1512 consiguieron la unión de España con la anexión del Reino de Navarra. En el exterior, se llevó a cabo la conquista y colonización de América.
Con la subida al trono de Carlos I (1517-1556), nieto de los Reyes Católicos, se inauguró una nueva dinastía, los Austrias.  De esta manera, se unieron a la corona española territorios de Austria, Francia, Países Bajos y el norte de Italia. El hijo de Carlos I, Felipe II (1556-1598) heredó la corona de Portugal y todos sus territorios.

·                    Los descubrimientos geográficos: principalmente llevados a cabo por españoles y portugueses. Descubrimiento de América, apertura de la ruta marítima hacia Asia…

·                    El auge de la burguesía: la estructura social de la Edad Media, nobleza, clero, pueblo llano, permaneció intacta; aunque se inició una profunda transformación de mano de la burguesía. El desarrollo de las ciudades y de las actividades del comercio, de la industria y de la banca, favorecido por el descubrimiento del Nuevo Mundo, afianzaría el poder de este grupo social. Al mismo tiempo se extendió el concepto de hidalguía que despreciaba el trabajo.


·                    La reforma protestante: en 1519 Martin Lutero propuso la reforma de la Iglesia católica, llamada Reforma protestante, y también el rey inglés Enrique VIII decidió separarse de la obediencia al Papa. Se produjo entonces una escisión de la iglesia católica y un gran conflicto religioso y político en toda Europa. La Iglesia en el Concilio de Trento inició la Contrarreforma y se estableció en varios estados europeos el Tribunal de la Inquisición.
Como consecuencia de esta situación, en toda Europa se ahogó el talante abierto que había caracterizado el despertar del Renacimiento. En España, la expulsión de los judíos y musulmanes provocaron una emigración masiva; los que se quedaron pasaron a integrar la clase de los conversos, que serían vistos durante mucho tiempo con recelo. Se afianzo, entonces, el concepto de cristiano viejo como depositario de los valores tradicionales hispánicos, dando lugar a una profunda preocupación por la limpieza de sangre, es decir, por no tener ascendentes moros o judíos.

·                    La superación de la Escolástica: el platonismo. En el siglo XV las grandes universidades medievales seguían ancladas en los pensamientos escolásticos, a partir de la adaptación que Santo Tomás de Aquino había realizado de las ideas de filósofo griego Aristóteles en el siglo XIII. En el Renacimiento se van a seguir las ideas de otro filósofo griego: Platón. De aquí surge el idealismo platónico, que dará lugar a una nueva fórmula seguida por la mayoría de los escritores y artistas: la belleza de los seres materiales es reflejo de la belleza divina, y el amor por éstos les lleva a Dios. El amor puro hacia la mujer, el arte o la naturaleza nos eleva hasta la divinidad; en consecuencia, se produce la idealización de la naturaleza y del sentimiento amoroso.

·                    El castellano y la fijación de la lengua literaria: el Renacimiento exaltó las lenguas vulgares como medio de expresión natural y espontáneo; el castellano se impuso como lengua internacional, no hay que olvidar que se trataba de la lengua del Imperio.

·                    La imprenta: su invención se le atribuye al alemán Gutenberg que en 1455 editó la Biblia. El nuevo invento se extendió con gran rapidez por toda Europa, abaratando el coste material del libro y favoreciendo la difusión de las nuevas ideas.








1.      El Humanismo
El humanismo es un movimiento cultural que promueve el estudio de las lenguas clásicas griega y latina con el fin de conocer y difundir la obra de los filósofos y escritores del mundo grecolatino. La patria originaria del movimiento fue Italia, a través de la figura de Francesco Petrarca (1304-1374), poeta de enorme influencia en Europa y considerado como “el primer hombre moderno”. Se dedicó al estudio del latín clásico en busca de la pureza de estilo y con la intención de recuperar el legado de sabiduría moral y los conocimientos estéticos de escritores de la Antigüedad, como Cicerón u Horacio.
El humanismo es una actitud que coloca al hombre en el centro mismo de la reflexión intelectual: su origen, rasgos determinantes, evolución histórica, lugar dentro del universo y destino tras la muerte. De aquí deriva el concepto de antropocentrismo: el hombre sin perder de vista su destino hacia el Cielo, puede desarrollar sus cualidades humanas y gozar de los placeres terrenales.
Conviene resaltar dos aspectos del Humanismo: la influencia religiosa y cultural del erasmismo y la creación del modelo de hombre renacentista, el cortesano.
·         El erasmismo: Erasmo de Rotterdam (1466-1536) fue un influyente humanista que propuso una religiosidad intimista y tolerante frente a las prácticas externas.
·         El cortesano: Juan Boscán poeta catalán tradujo la obra El Cortesano del italiano Baltasar Castiglioni, donde se describe cómo debe ser un hombre moderno: debe conseguir un desarrollo armónico y equilibrado de las virtudes del alma y las facultades del cuerpo, el cultivo conjunto de las armas y las letras, y una manifestación de la elegancia basada en la naturalidad y la sencillez.

2.      El Renacimiento frente a la Edad Media
La recuperación de la cultura griega y latina, olvidada durante buena parte de la Edad Media, provoca que se emprenda la imitación de la naturaleza, considerada como algo bello y bueno, así como la reconquista del cuerpo humano desnudo, considerado fruto del amor divino y no del pecado original.
El contraste ideológico que distingue la Edad Media y el Renacimiento es importante:
·         Antropocentrismo frente al Teocentrismo de la Edad Media.
·         El universo y la Naturaleza se convierten en el Renacimiento en objeto de observación y conocimiento, frente a la Teología medieval.
·         La nueva literatura proviene de la tradición grecolatina, frente a la literatura religiosa de la Edad Media.
·         En el Renacimiento se exalta la libertad y la responsabilidad personal del individuo, frente a la concepción medieval que sitúa al ser humano integrado en una comunidad religiosa y una sociedad.
·         El artista o creador del Renacimiento  reivindica la autoría de sus obras y las firma porque desea el reconocimiento de su labor. En la Edad Media, sin embargo, la creación literaria era anónima y la artística colectiva.
·         En el Renacimiento el goce terrenal y los placeres materiales se entienden como algo permitido por Dios, frente a la concepción medieval que consideraba que la vida es un camino hacia el cielo, y la existencia humana debía ser pura.

3.      La lírica en el primer Renacimiento: la renovación poética
La calidad de la creación literaria justifica el nombre de Siglo de Oro, tanto en lírica como en narrativa, y se sientan las bases de la comedia nacional del siglo XVII.
Además, en esta época se produce un gran desarrollo de la literatura didáctica, consecuencia del ideal renacentista de la búsqueda de la verdad, unido a la concepción  antropocéntrica del mundo.
Es en el género poético donde más se aprecia la división que se ha establecido en el Renacimiento español:
o   Primer Renacimiento
El predominio de la influencia italiana se corresponde con el reinado de Carlos I (1517-1556). Se caracteriza por la renovación de las formas poéticas y la recuperación de la herencia grecolatina. Durante estos años conviven varias tendencias:
o   La poesía italianista: Es un tipo de poesía petrarquista, que aclimata la lengua castellana a los metros y estrofas italianos. Aunque ya en el siglo XV el Marqués de Santillana y Miçer Francisco Imperial habían intentado aclimatar al castellano los versos endecasílabos y otras formas métricas procedentes de Italia, la introducción en España de las formas poéticas petrarquistas se atribuye al poeta catalán Juan Boscán. Los intentos del siglo XV fracasaron debido, fundamentalmente, a que los escritores prerrenacentistas no supieron dar al verso endecasílabo la musicalidad que caracterizaba al endecasílabo petrarquista.
La iniciativa de Boscán fue pronto secundada por Garcilaso de la Vega, que fue quien consiguió adaptar definitivamente al castellano las formas métricas italianas. Más tarde, la labor de Garcilaso fue continuada por un grupo de poetas de formación clásica, que conocían bien la lengua y la literatura italianas: Diego Hurtado de Mendoza, Gutierre de Cetina, Hernando de Acuña y Francisco de Aldana, entre otros. De este modo se impuso en las letras castellanas la poesía de corte italiano.
o   La poesía tradicional o castiza: representada por Cristóbal Castillejo.  También conocida como lírica cortesana en verso castellano. Es un tipo de poesía heredera de los cancioneros medievales que proliferaron en las cortes del siglo XV, y que siguen recopilándose en el s. XVI.
o   Romances: a lo largo del siglo XVI aumenta la afición por la lírica tradicional y los romances, que se difunden en recopilaciones en las que se recogen tanto romances viejos como romances nuevos ( Conjunto de romances escritos por autores cultos de los siglos XVI y XVII).


o   Segundo Renacimiento
Se corresponde con el reinado de Felipe II (1555-1598). Por entonces, se produce la asimilación de la nueva estética y la cristianización de la mentalidad renacentista en España. Es la época de la Contrarreforma y de la literatura ascética y mística (san Juan de la Cruz, santa Teresa de Jesús). En este periodo cabe destacar dos núcleos poéticos, Salamanca (Fray Luis de León) y Sevilla (Fernando de Herrera).

4.      Garcilaso de la Vega y la poesía nueva en el primer Renacimiento.




El poeta renacentista Juan Boscán, que fue el introductor del verso endecasílabo, las estrofas italianas y los motivos petrarquistas en la poesía castellana, cuenta en una carta que el humanista y embajador veneciano Andrea Navagiero le convenció de que adaptara metros y temas italianos en una conversación mantenida en Granada. Boscán animó a su vez a sus amigos Garcilaso de la Vega y Diego Hurtado de Mendoza a cultivar este tipo de poesía, de la que Garcilaso sería su máximo exponente.
La poesía renacentista trae a la literatura hispánica numerosas innovaciones:
·         Innovaciones formales: Métrica y estrofas
Los viejos versos medievales (octosílabos, hexasílabos o alejandrinos) se ven sustituidos por el endecasílabo, que sea solo o con otros metros, casi siempre el heptasílabo, será cultivado por todos los poetas cultos. 
Las formas estróficas más utilizadas serán:

o   Verso endecasílabo:
-          el soneto, popularizado por Petrarca y perfeccionado por Garcilaso;
-          los tercetos encadenados, que provienen de la terza rima creada por el poeta florentino Dante Alighieri para su Divina comedia, adoptada posteriormente por Francesco Petrarca para sus Triunfos.

o   Verso endecasílabo combinado con el heptasílabo:
-           la lira, que combina versos endecasílabos y heptasílabos y que debe su nombre a Garcilaso de la Vega, que empleó esa palabra en el primer verso de A la flor de Gnido;
-           y la silva, que es una estrofa, o más bien una serie métrica, compuesta por versos endecasílabos y heptasílabos de rima consonante libre hasta el punto que incluso se pueden dejar versos sueltos sin rima.
                        Además se recuperan los subgéneros de la tradición grecolatina como:
o         Eglogas, se trata de composiciones bucólicas en la que dos estilizados pastores establecen un diálogo lírico en torno a la experiencia amorosa, en un escenario natural que aparece poéticamente idealizado.
o        Odas, que son un subgénero lírico de tono elevado que trata asuntos diversos entre los que se recoge una reflexión del poeta, se utiliza para hacer alabanzas de personas u objetos.
o        Epístolas, eran composiciones poéticas en las que el autor se dirige a un  receptor, real o imaginario, que se considera ausente.
o        Elegías, que es el subgénero que designa un poema de lamentación por cualquier cosa que se haya perdido: la ilusión, la vida, el tiempo, un ser querido, etc.;
o        Sátiras, que son composiciones que expresan indignación hacia algo o alguien con propósito moralizador o burlesco.  etc.

·         Los temas
Hay algunos temas que se repiten en la poesía del Renacimiento, e incluso con mayor artificio retórico pasarán a los poetas del S. XVII.
o   El amor: se trata del tema principal de la poesía de la época, y siempre con una concepción petrarquista. La visión renacentista de la pasión amorosa tiene sus raíces en la filosofía neoplatónica: se ve en él un sentimiento espiritual y purificador que se inicia con el enamoramiento a través de la mirada, por cuya vía la dama se introduce y permanece  en el alma del amante, y viceversa.
El amor sirve al amante como medio de perfeccionamiento moral y no se trata de un proceso sencillo, pues la ausencia o el desdén de la amada provocan sufrimiento. Por ello, en la poesía renacentista se manifiesta la dualidad felicidad-dolor mediante frecuentes antítesis: fuego/hielo, día/ noche, etc. Al amor y la belleza suelen ir asociados tópicos como el Carpe diem.
o   La belleza femenina (Descriptio puellae)responde a un prototipo ideal reflejo de la belleza divina, y está relacionada con el amor. El canon renacentista de la belleza se corresponde con una mujer de pelo rubio, ojos claros, mirada que apasiona y hiere, piel blanca y sonrosada, etc. Sandro Botticelli plasmó como nadie el ideal de belleza renacentista en cuadros como La primavera o El nacimiento de Venus.
La descripción de la belleza de la mujer sigue un cuidado invariable repertorio de imágenes: cabello=oro, labios=rubíes o coral, cuello=marfil, dientes=perlas…
o   La naturaleza: se presenta como un espacio ideal que sirve de fondo a las reflexiones del poeta. Se recupera el tópico clásico del locus amoenus (lugar ameno), proveniente del poeta latino Virgilio, al representar un paisaje en el que aparecen elementos como las fuentes, el manso río, la fresca sombra, el bosque umbrío, el dulce canto de los pájaros… También, en ocasiones, se convierte en reflejo del estado anímico del amante, de su goce (brisa fresca, paisaje florido,…) o de su sufrimiento (vientos del norte, flora apagada,…).
o   La mitología grecolatina: los motivos mitológicos sirven para presentar en la poesía ejemplos de relaciones amorosas, como sucede con las historias de Orfeo y Eurídice o de Dafne y Apolo. Además aparecen referencias a dioses, seres y episodios mitológicos.
o   Contraposición Campo/ciudad o corte/aldea (beatus ille): Relacionado con el locus amoenus figura esta contraposición, ya presente en la oda Beatus ille de Horacio, traducida por Fray Luis de León. La tranquilidad del campo es preferible a la corte donde reina la ambición y la envidia. El beatus ille es un tópico literario que significa “feliz aquel” y que expresa la añoranza de la vida en soledad, reflexiva y contemplativa, en contacto con la naturaleza.
o   Carpe diemrecoge consideraciones en torno al paso del tiempo, el inevitable acercamiento a la vejez y, en consecuencia, la necesidad de disfrutar de la juventud, el amor y el placer.






·         Lengua y estilo
La estética del Renacimiento es clasicista. Por ello, se valora el equilibrio, la serenidad, lo armónico y lo natural. El arte renacentista recoge la idea de Aristóteles, según la cual las obras artísticas reflejan lo que la realidad tiene de bello, el arte estiliza la realidad, la embellece. El arte renacentista tiene una finalidad estética ya que aspira a la belleza.
En la estética renacentista también está presente la filosofía de Platón, como ya hemos mencionado. Según el platonismo, la belleza del mundo es un reflejo apagado del mundo de las ideas, la contemplación de la belleza mejora al ser humano, porque lo eleva y lo acerca a la divinidad.
El esteticismo renacentista representa la desaparición del didactismo medieval, porque no pretende transmitir lecciones morales o  sociales. 
La lengua poética renacentista persigue el ideal de la elegancia, la naturalidad, la armonía y la sencillez, como expuso Juan Valdés en su Diálogo de la lengua, sin renunciar al uso de la adjetivación cuidada y culta, en la que el epíteto adquiere el mayor valor expresivo. El hipérbaton carece de la violencia propia de los poetas de los cancioneros, al tiempo que se suprimen las enumeraciones y reiteraciones típicas de la lírica medieval.

·         Autores
La lírica renacentista española tiene su figura máxima en Garcilaso de la Vega, del que nos ocuparemos más adelante. Sin embargo, no podemos dejar de mencionar algunos de los otros poetas renacentistas que escribieron hermosos poemas también influidos por la corriente italianista. 
o   Juan Boscán (1487?-1542)
A la viuda de Juan Boscán, Ana Girón de Rebolledo hay que agradecerle la publicación de la obra de su marido y de Garcilaso de la Vega publicada en 1543 bajo el título de Las obras de Boscán y algunas de Garcilaso de la Vega repartidas en cuatro libros. Parece que Boscán antes de morir preparaba una edición de sus obras y las de Garcilaso juntas, sin embargo, no le dio tiempo. El mismo Garcilaso, amigo íntimo de Boscán le había pedido que las limara y puliera hasta que las dejara como debían estar. La mujer de Boscán ejerció de editora y sitúo la obra de Garcilaso en el cuarto libro de la obra. En los tres libros de Boscán,  el primero reúne poemas de corte tradicional; el segundo, canciones y sonetos renacentistas; y el tercero, obras de carácter mitológico.
Ya hemos señalado anteriormente que a Juan Boscán se debe la introducción del verso endecasílabo, aunque hubiese sido utilizado anteriormente  por otros poetas medievales como, el Marqués de Santillana. Es, además, quien influyó para que poetas como Garcilaso y Diego Hurtado de Mendoza, ambos amigos suyos, emplearan los metros de la lírica italiana en la poesía castellana. Juan Boscán tradujo la obra de Baltasar Castigloni El cortesano.

o   Diego Hurtado de Mendoza ,Granada, 1503 o 1504 - Madrid, 1575)


Diego Hurtado de Mendoza y Pacheco fue un poeta y diplomático español, embajador de España en Italia. Desde el siglo XVII hay teorías que apuntan a que fue el autor del Lazarillo de Tormes. Su padre, siguiendo la tradición familiar de los Mendoza de unir las armas con las letras, quiso dar a sus hijos una educación esmerada, contando con los mejores preceptores de la época y se los trajo desde Italia a Granada. Así el entorno morisco, por un lado, y el espíritu cultivado y renacentista, por otro, marcaron de por vida al joven. Marchó como embajador a la corte de Enrique VIII, rey de Inglaterra en 1537, que acababa de quedar viudo y donde se le encomendó negociar unas bodas reales que se frustraron. Tras ello fue nombrado embajador en Venecia (1539 - 1547) para representar además a Carlos I en el Concilio de Trento.
Fue amigo de Santa Teresa de Jesús, con la que mantenía conversaciones piadosas. Diego Hurtado de Mendoza representa al aristócrata militar y humanista del siglo XVI, compaginador de las armas y las letras a la misma altura. Conocía el latín, el griego, el hebreo y el árabe, además de varias lenguas europeas. Reunió una nutrida biblioteca a lo largo de sus múltiples viajes por toda Europa, que legó a Felipe II. Junto a Garcilaso de la Vega y Juan Boscán introdujo los nuevos temas, metros y estrofas de la lírica italiana, si bien, al contrario que estos autores, se inclinó más bien por la sátira maliciosa y picante (la Fábula del cangrejo, por ejemplo. De todas formas, no dejó de emplear el arte menor y en sus versos líricos trasluce una fina melancolía. Destaca su Epístola a Boscán y el poema mitológico Fábula de Hipómenes y Atalanta.


o   Gutierre de Cetina (Sevilla, 1520 – México, 1557)

Fue un poeta español del Renacimiento y del Siglo de Oro español.
Fue soldado a las órdenes de Carlos I participando, en 1541, en la Jornada de Argel. Durante su estancia en Italia entró en contacto con la lírica petrarquista que tanto habría de influir en él; también le influyeron las obras del valenciano Ausiàs March y  la del toledano Garcilaso de la Vega.
Pasó mucho tiempo en la corte del príncipe de Ascoli, Antonio de Leyva, al que dedicó numerosos poemas, y frecuentó también a Luis de Leyva y al insigne humanista y poeta Diego Hurtado de Mendoza. Adoptó el sobrenombre pastoril de Vandalio y compuso un cancionero petrarquista a una hermosa mujer llamada Laura Gonzaga. A tal dama está dedicado el famoso madrigal que ha pasado a todas las antologías de la poesía en castellano: Ojos claros, serenos,

5.      Garcilaso de la Vega

·         Biografía

Garcilaso de la Vega nació en Toledo hacia 1501, en el seno de una familia ilustre. Represento el ideal de caballero renacentista: hombre de armas, valeroso guerrero, y de letras (poeta genial), capaz de desenvolverse con elegancia en la vida cortesana, por eso, para sus contemporáneos fue “en la corte, Apolo; en la guerra: Marte”. Sirvió al emperador Carlos I en diversas campañas militares. Durante un tiempo estuvo desterrado en Nápoles, donde se impregnó de la cultura renacentista italiana. En la Provenza francesa fue gravemente herido y murió en Niza en 1536.
El Emperador favoreció su casamiento con Elena de Zuñiga, aunque el amor de su vida fue Isabel Freyre, dama casada de la corte que había llegado a España en el séquito de la emperatriz Isabel I de Portugal; ella se convertiría en la inspiradora de su poesía amorosa.
Como poeta siguió el modelo de Francesco Petrarca, quien elaboró un cancionero a modo de biografía amorosa centrado en la figura de una única dama, Laura de Noves, que responde a los cánones de belleza renacentista.
La influencia de Petrarca y otros poetas italianos fue esencial también en lo que se refiere a los tipos de estrofas e imágenes que Garcilaso adapta con éxito a la poesía castellana. Además, por su educación humanística y sus lecturas, incorpora la influencia de la lírica castellana, del poeta valenciano Ausiàs March y de la poesía clásica.



·         Obra
La producción de Garcilaso fue muy corta: poco más de cincuenta poemas, de los que sobresalen treinta y ocho sonetos y tres églogas. Como ya hemos mencionado, Garcilaso no publicó sus poemas en vida. Que su poesía se convirtiera en el modelo supremo para los poetas del siglo XVII se lo debemos a la mujer de Juan Boscán, Ana Girón de Rebolledo, que a la muerte de ambos editó la obra de los dos poetas. Enseguida la poesía de Garcilaso alcanzó una gran difusión. A los pocos años, el poeta toledano era comentado en la universidad de Salamanca como modelo, y en 1580, Fernando de Herrera realizó una edición crítica de su obra como si ya fuera un clásico. A partir de ese momento, Garcilaso se convierte en uno de los poetas más admirados, y como Jorge Manrique, es “poeta de poetas”, al que se cita y al que dedican muchas composiciones.
La poesía garcilasiana se vincula con tres nombres principales: Virgilio, Petrarca y Sannazaro; de Virgilio rescata la expresión del sentimiento, de Petrarca, la métrica y la indagación en los estados de ánimo y de Sannazaro, su nivel artístico.
Son las églogas de Garcilaso las composiciones que más fama le han dado. En ellas sigue al poeta latino Virgilio como modelo principal de este subgénero poético clásico.
Como ya hemos mencionado, Garcilaso compuso tres églogas:

o        Égloga I: dos pastores Salicio y Nemeroso, se quejan en una naturaleza dulce y bucólica. Mientras Salicio se queja del desdén de su amada Galatea, Nemeroso llora la muerte de su amada Elisa. Se han interpretado sus figuras como un desdoblamiento poético  del propio Garcilaso, quien a través de ellos expresaría su amor por Isabel Freyre y el dolor tras su muerte. Es la égloga más valorada de Garcilaso, y es evidente la influencia del Cancionero de Petrarca en este poema. La composición refleja de forma magistral el tono emotivo renacentista, contenido y melancólico.

o        Égloga II: recoge la historia de los desgraciados amores de Albanio, que seguramente representa al duque de Alba o a su hermano, y la pastora Camila. Es la égloga más extensa, la primera que escribió y la de menor brillantez según los críticos.

o        Égloga III: en medio de la naturaleza suave y bucólica cuatro ninfas tejen en unos tapices trágicas historias amorosas. Las tres primeras historias aluden a personajes mitológicos, y la cuarta trata de los amores entre Nemeroso y Elisa. La égloga termina con el canto de los dos pastores.
Otros textos conservados de Garcilaso son:
o        Una epístola, trata sobre la amistad y está dirigida a Boscán. Escrita en versos libres, su tono es personal y espontáneo.
o        Dos elegías: una dedicada al hijo del Duque de Alba, Don Bernardo de Toledo, fallecido prematuramente en la guerra, y la otra, a Isabel Freyre.
o        Cinco canciones petrarquistas, en las cuales cultivó el endecasílabo italiano, como en sus otros poemas. La canción fue introducida en España por Boscán siguiendo el modelo de Petrarca. Entre las canciones de Garcilaso destaca la Canción V, A la flor de Gnido, en la que Garcilaso creó una nueva forma estrófica: la lira.
o        Treinta y ocho sonetos, plenamente renacentistas, aunque en algunos de ellos persisten rasgos de la lírica de cancioneros. Sus sonetos, al igual que la mayor parte de sus composiciones, giran preferentemente en torno al tema amoroso, destacando entre ellos los siguientes:
-  En tanto que de rosa y azucena, en el que aparece el tópico carpe diem.
Oh, dulces prendas por mi mal halladas, que evoca la muerte de Isabel Freyre.
-  Pasando el mar Leandro el animoso, sobre el mito de Hero y Leandro.
- A Dafne ya los brazos le crecían, sobre el mito de Dafne y Apolo.
-  Pensando que el camino iba derecho, de tono melancólico y sentimental.
o        Algunas composiciones de metro español.
Según el estudio realizado por Rafael Lapesa, podemos distinguir tres etapas en la obra de Garcilaso:
·                    La primera, es la castellana, en la que su pluma compuso versos octosílabos.
·                    La segunda, etapa italiana o petrarquista, con notable influencia de Francesco Petrarca, donde dedicó a su amada Isabel Freyre, la mayoría de sus sonetos y canciones.
·                    La tercera, clasicista o napolitana, con aportes de los clásicos latinos y de poetas napolitanos, concibió elegías, epístolas, églogas y odas.

·         Temas

La poesía de Garcilaso gira en torno a dos grandes temas: el amor y la naturaleza.
El sentimiento amoroso, dichoso o desgraciado, es el centro de su lírica. Por eso, su poesía es intimista, y en ella una naturaleza idealizada siempre acompaña a los protagonistas. Garcilaso es uno de los poetas del amor, porque suma la moda petrarquista del sentimiento amoroso y el sentimiento real, vivido, del poeta. Pero este sentimiento, aunque apasionado, se expresa de una forma contenida y grave; es lo que él mismo llamaba “dolorido sentir”. Garcilaso inaugura con el tema amoroso una poesía intimista que lo convierte en el maestro de otros poetas posteriores que tienen como tema central el amor, como Gustavo Adolfo Bécquer, en el Romanticismo, o Pedro Salinas en el siglo XX.
El tratamiento del amor responde a la concepción neoplatónica: un sentimiento espiritual que ve en la hermosura femenina un reflejo de la belleza ideal, cuya contemplación permite el perfeccionamiento moral del amador. El tema amoroso se concreta en la pasión de nuestro poeta hacia Isabel Freyre y en dos circunstancias principales: el casamiento y la muerte de Isabel. Junto a este amor, encontramos también, especialmente en sus sonetos, alusiones a otros amores del poeta. No hay que olvidar tampoco el sentimiento de la amistad de su epístola a Boscán.
Garcilaso también incorpora la naturaleza a la poesía castellana, sobre todo en la Églogas. En ellas, el elemento natural adquiere importancia como el diálogo entre los pastores o los personajes mitológicos que protagonizan las historias. Los clásicos grecolatinos, a través de Sannazaro y Petrarca, dejan ver su influjo en el tratamiento de la naturaleza por parte de nuestro poeta. De acuerdo con el concepto renacentista de la naturaleza, la poesía de Garcilaso nos refleja una naturaleza artificiosa, poéticamente estilizada, en la que todo tiende a producir una sensación de armonía y serenidad.

·         Estilo
El lenguaje de Garcilaso es claro y nítido, conforme a los ideales de su amigo Juan de Valdés en Diálogo de la lengua: selección, precisión y naturalidad y palabra oral más que «escrita»; prefiere las palabras usuales y castizas a los cultismos extraños a la lengua, buscar el equilibrio clásico, la estilización renacentista de una lengua vulgar y la precisión ante todo. Como afirma en su Égloga tercera,
Más a las veces son mejor oídos
el puro ingenio y lengua casi muda,
testigos limpios de ánimo inocente,
que la curiosidad del elocuente.

Esto es, es preferible evitar la retórica pomposa y la expresión forzada y culta para que la poesía pueda aparecer como sincera, genuina y espontánea; el objetivo de la poesía es ser oído, es la comunicación de los sentimientos, no el cortesano despertar de admiración. Garcilaso, pues, prefiere el tono íntimo, personal y confidencial en la poesía a la retórica y pompa de tonos más marciales o a la culta exhibición cortesana del ingenio, con lo que puso la primera piedra de una corriente lírica hispánica que todavía latió en la poesía de Gustavo Adolfo Bécquer.
Podemos destacar, dentro del estilo poético de Garcilaso, su elegancia, su musicalidad, su rica y delicada tonalidad de matices (auditivos y cromáticos, principalmente), la claridad en el lenguaje y la mesura y sobriedad en la elección de los vocablos. La lengua empleada por el toledano es la más apropiada a este estilo: elegante, sonora, rica en matices, pero sin desdeñar expresiones populares o refranes.
Son frecuentes los adjetivos de color y de sonido. Los cromáticos se centran en los tonos suaves; el sonido, por su parte, queda concretado en la suavidad o la dulzura. A través del tacto, por último, nos transmitirá lo delicado y lo blando.
Garcilaso propone un tipo de poesía culta, artificiosa, llena de expresiones metafóricas; y utiliza un verso reposado y armonioso en estrofas prácticamente desconocidas hasta entonces.
En Garcilaso vemos reflejado el saber humanístico a través de la imitación de modelos como Ausias March, Petrarca u Horacio; pero, al mismo tiempo resalta la voluntad de innovación dentro de las letras hispánicas, especialmente a través de la introducción de la lira, que había de ser la estrofa en la que se compusieran algunas de las mejores muestras de nuestra lírica castellana, como por ejemplo las de Fray Luis de León o San Juan de la Cruz.

Aunque en los siglos XVIII y XIX su gloria conoció un eclipse, los poetas de la primera mitad del siglo veinte, en especial Salinas, Miguel Hernández y Alberti, han vuelto a hacer de él una de las más importantes personalidades de las letras españolas.
Sus obras eran conocidas en todo el mundo, y su autoridad tal, que el mismo Cervantes, que no tenía sobrada propensión al elogio, le consideraba como una de las más indiscutibles glorias de las letras patrias
Otros autores han sido más o menos discutidos, y hasta se les ha negado que fuesen verdaderos poetas, y sólo versificadores hábiles; pero la fama y renombre de Garcilaso han sido siempre y son de los más puros e indiscutidos.



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